El sahara de hace 4000 años era muy distinto al que conocemos ahora según las pinturas en piedra que dejaron las tribus paleobereberes que habitaban el desierto en aquella época.
Las tribus paleoberebéres se fueron introduciendo desde el norte hace mas de 3000 años y dejaron en las piedras escritas enigmáticas inscripciones cuyo significado aun se desconoce.
Levantaron monumentos megalíticos y túmulos funerarios a lo largo de toda la geografía sahariana, lo que atestigua una cosmovisión compleja, un universo mágico, donde la trascendencia jugaba un papel relevante.
Que el Sáhara Occidental fue habitado desde antiguo lo evidencian los petroglifos del notable yacimiento paleolítico de SLUGUILLA.Fauna, hoy extinta, aparece en centenares de losas al aire libre, esculpidas con maestría por el sistema de incisión y raspado.
Pero quizá el tesoro mejor guardado del arte rupestre sahariano lo componen las pinturas de ERKEYEIZ, a pocos kilómetros del puesto de TIFARITI.
Estas pinturas están diseminadas en abrigos naturales, llamados TAFFONIS, a lo largo de la cordillera LEMGASEM, por cuyas quebradas y barrancos solo se puede acceder de la mano de un experto conocedor del terreno.
Poco a poco la llanura va quedando atrás y aparece un paisaje nuevo, agreste y primigenio.
LUD a cooperado con alguna universidad en el estudio y protección de este Patrimonio de la Humanidad. El precario estado en el que se encuentra alguna de estas pinturas y la rapacidad de ciertos visitantes hace temer por su conservación.
Pertenecen a los periodos Epipaleolitico y Neolítico, entre los 7000 y los 4000 años antes de Cristo, elaborados con pigmentos naturales y grasa animal como aglutinante.
Representan escenas habituales de una sociedad de cazadores-recolectores, antes de que la ultima gran sequía convirtiera en hiperaridas sus praderas y sabanas.
La iconografía de Erkeyeiz nos muestra a grupos humanos en actitudes de baile, acecho o pastoreo. Junto con magnificas figuras de bóvidos, que debían estar ya empezando a domesticarse.
Sin embargo, las representaciones más notables de este museo al aire libre lo componen las pinturas de fauna salvaje, hoy desaparecida, que nos habla de un Sáhara bien distinto del actual, con manadas de antílopes y jirafas vagando por las sabanas.
La jirafa debía ser para estos primeros pobladores un animal totémico, pues es el motivo mas extensamente dibujado.
Destaca la figura bicróma de la gacela DAMA, hoy también extinguida en el Sáhara.
Como este bello ejemplar de gacela DORCAS, que sujeta un viejo soldado polisario. Hace no mucho tiempo era abundante en este país y hoy está prácticamente desaparecida.
Este terreno abrupto y desolado es el reino de los reptiles, de los que hay mas de cien especies.
Algunos, como la salamandra de la arena, llegan a soportar una temperatura interna de 50º.
La mayoría de estos reptiles vive bajo tierra para sustraerse del calor diurno y han desarrollado complicados mecanismos de adaptación.
Entre los distintos tipos de serpientes que habitan estas latitudes la mas temida es la víbora LEFFÁ o cornuda.
Es el principal depredador de la zona, alimentándose básicamente de gerbos y pequeños roedores.
Las protuberancias nasales en forma de cuernos, sumamente sensibles a la temperatura, le avisan de la proximidad de alguna presa de sangre caliente.
Pero si al Sáhara Occidental le llaman el “País de los lagartos” es por la abundancia de este reptil, que tiene una característica cola espinosa.
Circulan muchas historias y leyendas entorno a este emblemático lagarto que es cazado para que los niños nómadas jueguen con él, y por el sinfín de virtudes que se le atribuyen en la medicina tradicional.
El reino vegetal se caracteriza por su adaptación a la xericidad del entorno. Los arbustos y plantas superiores se encuentran dispersos en los wadis.
La TALJA, o acacia sahariana, es el árbol más representativo de este desierto y ha sabido adaptarse reduciendo su tamaño. Las hojas se han convertido en espinas y las flores adquieren forma de botón para evitar la evaporación.
La resina también es utilizada en la farmacopea de los nómadas.
Pieles de secadas de distintos reptiles, maderas y semillas a los que se conceden propiedades curativas se venden en tenderetes al aire libre en las ciudades mauritanas.
Las personas que han ejercido el curanderismo desde siempre han merecido gran veneración y respeto en la sociedad tradicional. Como Kertum, una curandera reputada que aprendió el oficio de sus antepasados.