A medida que Australia se iba desplazando, su temperatura cambiaba lo que obligó a plantas como a animales a adaptarse a la nueva climatologia.
Y Australia seguía ganando norte en su lento viaje por el océano Indico.
Cuanto más se acercaba al trópico de Capricornio más templado se volvía el clima. La vegetación se abrió en grandes praderas a lo largo de vastos territorios antaño ocupados por las selvas. Los pastos se adueñaron del paisaje y aparecieron nuevos colonos zoológicos, algunos de ellos parientes cercanos de aquellos que aún viven escondidos en las últimas junglas australianas.
El emú es un primo hermano del casuario pero su adaptación a las praderas le ha permitido extenderse por Australia en un área mucho mayor. Cuando llega el momento de reproducirse son los machos los que hace prácticamente todo el trabajo. En algún lugar recogido desde el que puedan escrutar los alrededores, el macho prepara un nido sencillo.
Las praderas abiertas eran un campo de experimentación nuevo para los animales australianos. Para sobrevivir aquí hacía falta no sólo ser capaz de resistir la sequía estacional y alimentarse de hierbas, sino que además había que poder huir de los enemigos a gran velocidad. Las poderosas patas de los emúes les permitieron correr a cincuenta kilómetros por hora. Pero ¿Cómo lo consiguieron los marsupiales?
Fuera del abrigo protector del bosque no había árboles en los que refugiarse y la comida era principalmente pasto. Y, sin embargo, las praderas iban a ser el lugar donde se desarrollaría el grupo de animales más emblemático del continente: los canguros.
Wallabies, pademelons, wallaroos y canguros propiamente dichos se hicieron con una dentición y un sistema digestivo que les permitía alimentarse de las correosas hierbas. En las praderas estaban más expuestos, especialmente en la fase de cría, pero la propia naturaleza marsupial les sirvió de gran ayuda.
Cuando tenían que emprender la huida metían a sus pequeños en los marsupios y huían a gran velocidad. La bolsa marsupial suplía a las selvas protectoras para estos inexpertos y jóvenes canguros. Aquí había cobijo, protección y comida.
Las adaptaciones de los canguros no acabaron ahí. El desarrollo de una poderosa cola les dio un apoyo gracias al cual podían erguirse y permanecer levantados por encima de las hierbas escrutando el despejado horizonte. La cola completaba, además, el arma adaptativa más importante de cuantas desarrollaron: unas poderosas patas que les permitían huir a gran velocidad y hacerlo saltando, una forma que evitaba los obstáculos del terreno.
Un quoll, un marsupial carnívoro al que los colonos denominaron gato nativo para distinguirlo de aquellos domésticos que trajeron en sus barcos.
Como los gatos auténticos los quolls son expertos cazadores y la noche australiana está llena de presas potenciales.
Los insectos son parte importante en la dieta de este pequeño y silencioso cazador nocturno, así que la formación del despoblado le vino bien. Las flores trajeron insectos y la caza se hizo más fácil. Pero hace aproximadamente quince millones de años, cuando el continente austral se acercó lo suficiente a las islas de la actual Indonesia, algunos roedores llegaron a sus costas en troncos flotantes y se convirtieron de inmediato en codiciadas presas de los cazadores nativos.
En la competencia ancestral entre los distintos grupos de mamíferos fue un tanto para los marsupiales. Veinte millones de años de aislamiento les habían hecho los más aptos para dominar sus territorios y estos pequeños mamíferos placentados, lejos de ofrecerles competencia, les sirvieron de plato fuerte en sus dietas.
En los lejanos días de la fragmentación de Gondwana, Australia contaba con grandes marsupiales. Los había herbívoros – algunos del tamaño de los actuales hipopótamos – y terribles cazadores carnívoros similares a los leones y los tigres de nuestro tiempo.
El fascógalo de cola de escoba no es la simpática ardilla que aparenta. Los primeros colonos de Sydney le bautizaron como el marsupial vampiro y hablaban de él como un “asesino sediento de sangre”. Y tal vez lo sea para las cucarachas, escarabajos y arañas que componen el grueso de su dieta. Porque la evidente exageración de los colonos se debe más que al carácter del fascógalo a las incursiones que de vez en cuando realiza en los gallineros, donde mata y devora las aves de corral.
La unión de los marsupiales y los roedores impuso nuevas adaptaciones. Ambos grupos competían por los mismos recursos de forma que aparecieron nuevas y originales formas de sobrevivir en esta lucha.