El fuego y la escasez de presas son los principales motivos por los que el hábitat del tigre es cada vez más reducido
Una hembra con cachorros necesita un promedio de entre 8 y 10 kilos de carne al día, lo que supone más de 3.000 kilos al año. Para la nueva madre el reto consistirá en alimentar a sus hijos. Y más aún en estas fechas. El aire le trae olores inconfundibles de las tierras altas; olores cargados de los mensajes del duro invierno siberiano.
En los meses de invierno la caza se hace cada vez más escasa y más difícil.
l mundo se paraliza y presas y cazadores se ven obligados a pasar un periodo de carestía; una prueba anual que muchos no conseguirán superar.
En cotas más bajas el final del otoño anuncia tiempos difíciles.
El hambre es una amenaza y, en esta región sin apenas gobierno, las presas de los tigres, como el hábitat donde viven, van desapareciendo progresivamente año tras año. Sabiendo que es la vida de sus hijos lo que está en juego, la tigresa sale de caza.
El fuego es el mayor enemigo de los tigres siberianos.
Los incendios provocados están acabando con el territorio de los tigres. Algunos años han llegado a arder dos millones y medio de hectáreas. Y con la pérdida del hábitat las presas del tigre desaparecen.
Con su territorio cada vez más reducido y fragmentado los tigres se concentran en sus últimos refugios.
Y paradójicamente, aunque apenas quedan ejemplares, en éstos puntos de espacio reducido se concentran tanto que acaban rápidamente con sus presas naturales. Entonces, inevitablemente, los tigres buscan alternativas. El hambre les hace vencer su miedo instintivo al hombre y antiguos problemas recobran actualidad.
El ganado doméstico es una presa fácil y sabrosa para los tigres. Una vez que han visto lo sencillo que es conseguirla los tigres vuelven una y otra vez a por más. Los dueños de las reses son, a su vez, gentes humildes cuya subsistencia depende en gran medida del ganado, de forma que salen en defensa de sus animales provocando el enfrentamiento entre el hombre y el tigre. Y es en ese momento cuando los tigres pueden descubrir que hay otra presa más numerosa y vulnerable que el ganado; una presa que acaba por convertirles en devoradores de hombres.
Para los tigres de la India la pérdida de su hábitat y, por consiguiente, de sus presas, es también el problema más grave. Dentro de los parques nacionales los tigres están seguros pero el límite de éstos suele ser un lugar codiciado por las gentes locales.
La selva conserva la humedad y el suelo; dos factores cada vez más escasos pero dos factores indispensables para al agricultura de subsistencia.
La mayor parte de los mil millones de habitantes de la India viven en la más absoluta pobreza. Cultivar un poco de tierra, obtener una miserable cosecha, supone un futuro a corto plazo, pero un mínimo al que agarrarse.
La frontera de los parques se quema y se tala buscando la humedad y el suelo. Un cerco de desertificación se estrecha día a día aislando los últimos oasis de selva y vida. En un país cuyo suelo se ha perdido en casi sus tres cuartas partes el agua del suelo, la madera del bosque y los animales de la selva son la única posibilidad de vida para millones de indios.
El problema tiene, además, otros frentes. Los mismos agricultores que talan y queman, introducen su ganado en el fértil interior de los parques. Las reses arrasan la vegetación e introducen enfermedades que devastan las poblaciones de herbívoros salvajes. Es una combinación desastrosa.
Los árboles talados ya no retienen la humedad y el paso devastador del ganado acaba con la cobertura vegetal y los herbívoros salvajes. Las lluvias se van, el suelo se pierde y un poderoso enemigo se instala a perpetuidad: el desierto.