La tribu de los hombres de barro embadurna sus cuerpos mutuamente y confecciona unas monstruosas máscaras para convertirse en espíritus y defenderse así del enemigo.
Estos hombres embadurnan sus cuerpos de barro mutuamente para defenderse de otras tribus.
La tribu de los hombres de barro habita cerca de Goroca, en la parte alta del río Asaro.
Su insólita manera de defenderse es la de convertirse en espíritus y asustar al enemigo. Para ello confeccionan estas máscaras de barro de facciones extravagantes.
Una vez terminadas las máscaras, los guerreros se embadurnan el cuerpo con barro arcilloso que más tarde teñirán de gris con otro lodo más líquido. También adornan su cintura con ramas de helecho que, untadas de barro, adquieren un aspecto etéreo que añade fuerza a las figuras-fantasma.
Según cuenta la leyenda, estas técnicas persuasoras comenzaron hace mucho tiempo:
Los asaro estaban asediados por un enemigo más numeroso. Entonces un anciano llamado Pukiro Pode tuvo un sueño donde vio la imagen de unos espíritus grises aterradores. Esa misma noche embadurnaron sus cuerpos de arcilla e hicieron las primeras máscaras de barro. Los hombres se pusieron unas cañas de bambú en los dedos de las manos, como si fuesen larga uñas.
Poco antes de salir el sol, en la penumbra del bosque, los fantasmas de barro se acercaron hasta las líneas enemigas realizando movimientos lentos y sinuosos. Al verlos, los enemigos huyeron despavoridos y los asaro pudieron salvar sus vidas.