Los hombres de la tribu Asaro, en Papua Nueva Guinea, cubren sus cuerpos con barro y sus cabezas con máscaras diabólicas para espantar a las tribus vecinas
Apariencias es la cuarta parte del documental “Colores de la Naturaleza”, en el cual hablamos sobre el importante papel que juegan los colores presentes en los seres vivos a la hora de comunicarse con su entorno.
Hasta ahora hemos visto como el lenguaje de los colores transmite mensajes y ayuda en diferentes situaciones en las que es necesario comunicarse. Pero toda comunicación tiene un riesgo: la mentira. En ocasiones parecer lo que no se es puede salvarte la vida, así les ocurrió hace tiempo a los Asaro, una tribu de Papúa.
Como siempre hacen los papúes, rememoran aquella historia reproduciéndola cada año para que la tradición oral no se pierda.
Según la leyenda la aldea de los Asaro estaba siendo atacada reiteradamente por los terribles guerreros de un clan vecino. Cuando esperaban el ataque definitivo, un anciano tuvo un sueño en el que vio a unos seres grises espeluznantes. Entonces se les ocurrió la idea de disfrazarse con barro y cubrir sus cabezas con máscaras de aspecto diabólico. De este modo se acercaron a la aldea enemiga y les hicieron huir para siempre.
Historias similares se conocen muchas en la historia humana, y el factor determinante del desenlace es siempre el mismo: el terror que infunde lo desconocido.
Lo cierto es que tener o fingir una apariencia feroz es un elemento disuasorio contra muchos enemigos, y a menudo evita el tener que luchar para demostrar la propia fuerza. Estas técnicas no deben ser menospreciadas, pues han sido y siguen siendo utilizadas por ejércitos y policías de todo el mundo.
Algunos animales no sólo parecen peligrosos, sino que lo son realmente.
Hay que tener mucha hambre para tratar de matar a un facóquero macho. Sin embargo otros utilizan técnicas similares a las de los Asaro.
Este es uno de ellos. Se trata de un clamidosaurio de King, un lagarto australiano más bien inofensivo y vulnerable; pero cuando se siente amenazado actúa pareciendo temible.
Si los colores les sirven a muchos animales para reafirmar su pertenencia a un grupo, para aparearse, para cazar, esconderse o defenderse, el ser humano los ha vinculado siempre, además, al contacto religioso con el más allá. Las máscaras rituales de Costa de Marfil no son elementos decorativos ni folklóricos. Se trata de auténticas puertas abiertas hacia el mundo de los espíritus, y sólo pueden utilizarlas los miembros iniciados de las sociedades secretas de cada clan.
Recientemente los científicos han descubierto las influencias psicológicas del color en las personas. Se sabe, por ejemplo, que el rojo acelera el ritmo cardíaco y causa descargas de adrenalina. La publicidad utiliza estos significados ocultos de los colores para provocar sensaciones al consumidor. Después de todo, las viejas máscaras africanas tenían razón, ellas supieron valerse del poder de los colores desde hace siglos.
Para el pez ciego cubano nada de esto tiene sentido, sus ojos muertos ya no escuchan la voz de los colores.