Parque Nacional Picos de Europa 4

El Parque Nacional de los Picos de Europa el mayor parque nacional de España y uno de los mayores de Europa.

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En el norte de España el mayor macizo de roca caliza de la Europa atlántica se ha convertido en un área protegida para la conservación de los ecosistemas y la vida salvaje cantábrica. Un mundo de altas montañas, praderas alpinas y frondosos bosques que, además, fue escenario de importantes episodios de la historia de España.

El parque nacional de los Picos de Europa ocupa 64.660 ha. que se reparten entre las provincias de León, Asturias y Cantabria. Se creó el 11 de mayo de 1.995 como ampliación del primer parque nacional creado en España, el de la montaña de Covadonga,  que obtuvo su nominación en el año 1.918 .

La historia del hombre y los Picos de Europa ha sido desde sus orígenes muy intensa. Desde el tiempo de los celtas, que adoraban al dios Vindius, estas montañas han tenido un carácter sagrado. Después, su relación con la batalla y victoria de Pelayo contra los musulmanes, origen de la reconquista española, las acabó de convertir en un lugar emblemático reverenciado por sus habitantes. El relevo de aquellos primeros pobladores del cuaternario ha llegado hasta nuestros días y el hombre sigue viviendo en el interior del parque.

El pastoreo es una actividad que se remonta siglos atrás y que se sigue permitiendo dentro del área protegida. 

Cuando se creó el parque nacional de la Montaña de Covadonga, precursor del actual parque de los Picos de Europa que engloba al anterior, los locales ya pastoreaban sus rebaños en la región por lo que se les permitió continuar con sus animales domésticos. La presión del hombre sobre la naturaleza empezaba entonces a intensificarse. Los animales salvajes se iban refugiando en las áreas protegidas mientras sus poblaciones disminuían en los bosques libres de regulación.
Pero para los hombres que vivían dentro de estas zonas protegidas, donde estaba prohibida la caza, la reclusión de algunas especies en su interior no tardó en convertirse en un problema. Para los agricultores el aumento de herbívoros dentro de las reservas era un riesgo continuo para sus cosechas, mientras que los pastores y ganaderos veían con inquietud y temor como los carnívoros salvajes se refugiaban en las tierras donde pastaban sus rebaños.  Entre estos últimos estaban los pastores de los Picos de Europa. Porque dentro del parque, en los mismos territorios donde medran las vacas, ovejas y cabras domésticas, vive el más poderoso depredador de los bosques españoles: el lobo.

El interior no sólo guarda importantes imágenes de culto; además sirve de descanso eterno al famoso rey Pelayo, aquel que diera a Covadonga un papel inolvidable en la historia de España.
En tiempos históricos los bosques de Picos de Europa contaban con una importante población de osos. El propio hijo de Pelayo, Fabila, murió cazándolos en estas tierras montaraces. Hoy, sin embargo, el oso pardo es el más escaso y valioso animal del parque.
Durante siglos los hombres han perseguido y matado al oso, temerosos de su ganado o atraídos por su trofeo, hasta llevarlo al límite de la extinción. Es una historia similar a la del lobo, pero el oso tiene menos adaptabilidad y cuesta mucho más recuperar sus poblaciones. Hoy las reservas de la Cordillera Cantábrica son la última esperanza para el oso pardo ibérico ya que la población de los Pirineos parece condenada a desaparecer de forma irreversible. La administración paga los daños que los osos causan a los ganaderos y agricultores. Gobierno e instituciones privadas aúnan fuerzas para salvarles. Y tímidamente parece que los osos empiezan a recuperarse. Tal vez en un futuro vuelvan a ser numerosos en los feraces hayedos del parque nacional de los Picos de Europa.

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