En la isla de Sulawesi (Indonesia) los Toraja preparan un funeral de un hombre rico.
En las Tierras altas de Sulawesi habitan los toroja, que significa “hombres de las montañas”.
En la aldea de Kete, se va a celebrar el funeral de un hombre noble. Después de tres meses, durante los que ha permanecido embalsamado, todo está listo.
El difunto Mayanna era un pung, un rico lugareño. El entierro se lleva a cabo con verdadero derroche y supondrá la ruina de su familia. Para costear las carísimas Pompas Fúnebres han tenido que vender arrozales y animales.
El lujo del ceremonial asegura el retorno del muerto al paraíso de sus antepasados. Si Mayanna se siente satisfecho con sus funerales, protegerá y “traerá suerte a su familia”
En principio aquí, los vivos “no lloran a los muertos”, se celebra una fiesta. En medio de un tumulto elevan el ataúd con gran alborozo.
Pero después con un toque de Gong la ceremonia cambia. La procesión ya no va por dentro, se muestran apenados, no se si por la pérdida de Mayanna o por la ruina que se les ha venido encima.
Más tarde empieza el espectáculo estrella… la lucha de búfalos.
En esta danza fúnebre, llamada Mabadong, los hombres cantan y bailan cogidos del dedo meñique, en un singular corro de las lamentaciones. Como en todo buen velatorio, la comida no debe faltar. Hay que reponer fuerzas, todavía queda la parte más dura del entierro, llevar en andas al difunto hasta las rocas sagradas de Rantenpao, en la selva.
Al llegar introducen el féretro en el nicho, el oficiante lee un responso bíblico.
El artesano local realiza el tau-tau de Mayanna, una escultura en madera que representa al difunto. A la familia esta talla, le cuesta cinco búfalos, una fortuna.
Una vez terminada la figura, se suma a la balconada del más allá, desde donde los difuntos les observan.