Monfragüe. Parte 3

El Parque Natural de Monfragüe es hoy uno de los últimos paraísos para la fauna y flora mediterránea que todavía se conservan en el mundo; un enclave único donde el hombre parece haber alcanzado el difícil equilibrio entre la explotación y la conservación de la naturaleza.

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Por el interior y alrededores del parque se extienden dehesas de encinas y alcornoques, huellas de la continua acción del hombre sobre el paisaje. En ellas el bosque ha sido aclarado y se han eliminado los arbustos, en beneficio del pasto, fundamental para el desarrollo de la ganadería extensiva.
En las laderas de mayor pendiente la flora no ha sido alterada y los arbustos cubren el estrato inferior del bosque. Si bien la dehesa no tiene mucha variedad de frutos hay uno abundante y muy nutritivo: la bellota. Esta semilla, producida por las encinas y los alcornoques y muy apreciada por jabalíes y cerdos domésticos, es también el plato preferido de una de las aves más abundantes en Monfragüe: la paloma torcaz.

El gato montes supone uno de los escalones superiores de la llamada pirámide trófica: el esquema que indica quien se come a quien en la naturaleza. En su base, sosteniendo toda la estructura, se encuentran los roedores y los insectos. 

Por encima de ellos aparecen los reptiles, como este lagarto ocelado, el mayor saurio que habita en la península ibérica.
 
A su vez el lagarto suele ser presa del gato montés. Todos los escalones de la pirámide se hayan interrelacionados. Cualquier alteración en uno de ellos repercute indefectiblemente en los demás.

Otro de los predadores de Monfragüe no apareció en escena hasta que los árabes lo introdujeron en la península ibérica en el siglo ocho d.C. Durante un siglo la gineta fue muy apreciada por el hombre como experta cazadora de ratas y ratones, papel que desempeñó hasta ser desplazada por el gato doméstico. 

Aunque no desprecia la fruta, la gineta es principalmente carnívora y prefiere cazar de noche para aprovechar los períodos de descanso de sus presas. Tiene la vista, el oído y el olfato muy finos y su capacidad para trepar por los troncos, gracias a sus afiladas uñas retráctiles, le permite alcanzar los nidos más inaccesibles. Su agilidad y destreza en la caza hacen de ella uno de los predadores más eficaces del bosque.

La ganadería extensiva es una de las actividades tradicionales permitidas dentro del parque. El daño ecológico que provoca es mínimo y lo compensa con ciertas ventajas para la fauna local. Como pago por quitarle pastos a los herbívoros, el ganado deja un preciado regalo: sus muertos.

Cada vez que una oveja muere la maquinaria de limpieza de Monfragüe se pone en funcionamiento.

Junto al buitre leonado Monfragüe goza de la presencia de otro carroñero poco común. El buitre negro, la mayor rapaz de la península ibérica, ha encontrado en el parque un entorno adecuado donde poder vivir y se ha multiplicado hasta formar la mayor colonia de su especie en el mundo, con más de 250 parejas censadas.

La presencia de dehesas junto a bosques vírgenes, arroyos cristalinos y aguas embalsadas, hacen de Monfragüe algo más que un oasis de bosque mediterráneo en el interior de España. Aquí se mezclan 6.000 años de actividad humana con el entorno original, el antes y el después del hombre. Una combinación única donde conservación y explotación han alcanzado ese difícil equilibrio al que la humanidad tiene el deber de aspirar.

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