Camellos y Dromedarios | Nómadas del Sahara

Los nómadas saharauis preparan a los camellos y dromedarios para transportarlos al los pastizales del sur

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Las ultimas lluvias han traído abundancia de pastos. Las manadas de dromedarios pueden pasar todo el día ramoneando tiernos brotes de "eskef", su alimento preferido. Necesitan recuperar el peso perdido durante el periodo de sequía. También pequeños rebaños de cabras acompañan a los nómadas saharauis.
Por su excelente adaptación al medio, la cabra se ha convertido en un animal habitual en estas latitudes.

El dromedario fue introducido en África en el siglo VI.a.C. y desde entonces se ha convertido en la esencia misma del Sáhara, llegando a conocérsele como “El Navío del Desierto”. Sus extraordinarias características le permiten ingerir agua salada o pasar largos periodos  sin beber, perdiendo hasta un 25% de su masa corporal. Puede recuperar la masa perdida en una sola ingesta de hasta 90 litros de agua, que almacenara en distintas bolsas de su estomago. En el pozo de AIGÜENIT, al sur del país,  se han reunido rebaños de numerosas cabilas. El dromedario es el agente principal y la base de la riqueza en la economía trashumante del Sáhara Occidental.

Es en esta época de lluvias cuando las hembras son cubiertas por el macho semental de la manada y paren las que estaban preñadas tras un periodo de gestación de 14 meses.
 Al camello recién nacido se le llama "lejuar". Nacen con una lana blanquecina que de inmediato les protege del fuerte calor reinante.
Un pastor desata las "shmal" que protegen las ubres de las camellas que están amamantando, para que las crías tengan acceso a la nutritiva leche. La lactancia se controla para que la madre no quede en exceso debilitada.

Tradicionalmente los camellos se marcan a fuego con la seña distintiva de cada cabila, reconocible para todo aquel que pudiera encontrar una res extraviada. La fácil domesticación del dromedario, llamado "Ymel" en el Sáhara Occidental, y su resistencia al desierto han hecho de este animal el compañero perfecto del beduino saharaui, al que provee de carne, leche y cuero.
Su piel ha servido, desde tiempo inmemorial, a los nómadas para la confección de útiles y enseres de la vida diaria.
Tras varias horas abrevando a los animales, se inician los preparativos para conducir los rebaños hacia los pastos del sur, ya en la frontera con Mauritania.
La marcha que tienen por delante va a ser tan dura que las crías recién nacidas tienen que ser transportadas en la grupa, con el equipaje.
Mas de 150 km les separan del siguiente pozo y de los pastizales que han dejado las ultimas nubes de lluvia.

Tras largas deliberaciones Habeyabi y Sidibrahim ya han fijado la cuantía de la dote, que ha de ser elevada como corresponde a dos personas de su rango.
En realidad este matrimonio ya había sido pactado hace muchos años, cuando sus respectivos hijos eran apenas unos niños.
A las dos familias les interesa emparentar porque ambas presumen de tener linajes muy antiguos y ponderados. Llegado un caso de extrema necesidad serán más numerosos para ayudarse.

La boda se celebrara en el pozo de MIYEC, en pleno desierto; conforme a la tradición.
Sidibrahim y Caloha deben avisar  a todos los familiares y amigos. Unos están nomadeando en Mauritania, pero la mayoría vive en los campamentos de TINDUF.

El trabajo tenaz de los hombres y mujeres que aquí viven ha dotado de mejores servicios estos campamentos.
Sin embargo, todo aquí es endeble y precario. Las casas de barro que afanosamente se levantan en cualquier explanada son más confortables y abrigadas que las tiendas donadas por Naciones Unidas. Pero se desmoronan como terrones de azúcar cuando la lluvia cae torrencialmente. Esto obliga, como en la urdimbre de Penélope, a un continuo trabajó de restauración y mantenimiento.

Aun así la vida se aferra en condiciones tan extremas.
En la casa de Hakim van llegando familiares e invitados para él bautizó de su primogénito varón. Hoy es un día importante. Las mujeres van entrando al habitáculo donde la madre, parida hace ya siete días, yace en compañía de su hijo. En la tradición saharaui el nombre del niño es elegido por la suerte de los palitos.
Cada rama de dátil tiene un nombre de algún varón de la familia o amigos. Tras introducirlos la suegra en leche de cabra o camella, la madre escoge uno.
Este proceso se repite tres veces consecutivas y el nombre asignado al palito elegido será el que tenga el niño en el futuro.
El bautizo es siempre motivo de regocijo y celebración. Hakim tiene motivos para estar contento, un hijo varón perpetuara su nombre y el de su familia.
La alegría del festejo tiene que ir necesariamente unida a una comida abundante para todos los parientes y amigos que se quisieran acercar. Este es un día en el que la familia no escatima gastos.

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