Proyecto Kraken. En busca del Calamar Gigante

Esta historia comenzó en el año 2001. El aviso de la aparición de un nuevo calamar gigante en las costas asturianas fue el punto de partida definitivo para un proyecto tan ambicioso como apasionante: intentar ser los primeros en conseguir imágenes de un calamar gigante vivo en su medio natural. Nadie hasta la fecha lo había conseguido pero este nuevo varamiento en las costas asturianas nos decidió a emprender la campaña en busca del legendario calamar gigante (kraken). Y nuestros primeros pasos nos condujeron al lugar donde se guarda la mayor colección del mundo de estos misteriosos animales; un desconocido museo en la localidad asturiana de Luarca.
En la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas, un naturalista enamorado del mar llevaba años tras las huellas del legendario monstruo marino. Desde tiempos inmemoriales las costas de Asturias han sido el escenario de la aparición de calamares gigantes. 
Aunque desconocida para la gran mayoría del público, esta es la colección de calamares gigantes más importante del mundo. Y los calamares gigantes no son los únicos cefalópodos misteriosos del abismo asturiano que guarda el museo.
Estos calamares desconocidos han traído hasta aquí a los especialistas en cefalópodos más eminentes del mundo, buscando los rastros de un animal que lleva esquivando al hombre desde el origen de nuestra especie. Porque aunque formidable en tamaño, el calamar gigante sigue siendo un misterio para la comunidad científica y un monstruo marino para la inmensa mayoría; un monstruo cuya leyenda se remonta siglos atrás: el Kraken. Era éste un monstruo armado de múltiples brazos que atacaba a los navíos y los arrastraba hasta las profundidades; un pulpo gigantesco cuya fuerza y maldad atemorizaron durante siglos a los marineros del norte de Europa. 

Pero detrás de éste monstruoso Kraken se escondía una especie de calamar a la que el naturalista danés Japetus Steenstrup bautizó con el nombre de Architeuthis: un calamar real, sí; pero un animal que con sus más 20 m de longitud y sus 1.000 kg de peso nada tenía que envidiar al legendario Kraken. Cada nuevo descubrimiento realizado en los cadáveres encontrados, nos ayuda a afrontar el reto de aproximarnos al mundo del Kraken y a intentar verlo vivo.
Si no se ha conseguido ver al gigantesco calamar vivo ha sido porque su hábitat es el abismo marino entre los 300 y los 1.500 m de profundidad. 
Adaptarse a este mundo extremo ha generado seres extraños, formas desconcertantes que a nuestros ojos se convierten fácilmente en monstruos.
Por fin llegó el día esperado. Por fin, dos años después de empezar a sopesar la idea, salíamos en busca del legendario calamar gigante. A 43º 56’ N 5º 29’ O localizamos el llamado Pozo de la Vaca, un estrechamiento del cañón submarino donde colocaríamos las tres cámaras a 800, 700 y 500 m respectivamente. Ahora navegábamos sobre la fosa de Carrandi; el territorio del enigmático Kraken.
Antes de sumergir nuestro pequeño robot de control remoto teníamos previsto cebar el abismo para atraer al mayor número de especies, especialmente las presas potenciales de los Architeuthis. 

La campaña llegaba a su fin. Habíamos agotado nuestro tiempo y teníamos una sensación agridulce. No habíamos conseguido imágenes de un Architeuthis vivo, pero habíamos abierto una puerta a la exploración de la fosa de Carrandi, un lugar donde había quedado demostrada la existencia de los enigmáticos calamares gigantes. Nuestra aventura no había terminado, estábamos dispuestos a volver con nuestras cámaras en busca del calamar gigante.
El Proyecto Kraken no terminó con la campaña de Carrandi. El análisis de los datos y especimenes recogidos, a cargo de los científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales iba a aportar importantes datos sobre la biología del Architeuthis y su hábitat.
La búsqueda del Kraken llegaba a su fin por esta vez. Quedaban pendientes todas las preguntas que se responderían con una sola imagen de esta leyenda viva. Porque si algo hemos sacado en claro con esta campaña es que allí, en la oscuridad perpetua del abismo asturiano, ajenos y ocultos a la actividad de los hombres, medran silenciosos los calamares gigantes.