El mar que baña las costas de Península Valdés rebosa de vida y proporciona alimento a colonias de lobos, elefantes marinos y pingüinos que habitan alli.
El principal valor de Península Valdés no se encuentra, sin embargo, en el interior, sino en el litoral, donde la vida se ha desarrollado con especial profusión. Más de 100 especies de aves australes anidan en el litoral y acuden a sus playas en busca de alimento. Junto a ellas conviven los lobos marinos del sur, también llamados lobos de un pelo o leones marinos, por la mata de pelo que rodea la cabeza de los machos. Su población total en Península Valdés se estima en unos 20.000 ejemplares, en su mayoría hembras y cada año traen al mundo en estas playas cientos de crías. Las condiciones son tan favorables para ellos que cada año sus poblaciones se incrementan un poco más
Las aguas que rodean la península deben poseer suficientes reservas alimenticias para mantener a estas colonias crecientes de mamíferos y aves marinas. Parte de esta reserva queda al descubierto al bajar la marea. Las playas aparecen entonces cubiertas por una capa multicolor, compuesta por restos vegetales, animales y minerales que las corrientes acercan a las costas.
Los lobos marinos dormitan en la arena. Su vida activa se desarrolla en el mar, pero al salir a la orilla se dejan vencer por la pereza. Su torpeza en tierra y el agradable calor que proporciona el sol son argumentos más que convincentes y las colonias se reúnen a descansar en la playa durante horas.
Los lobos marinos permanecen en estas costas durante todo el año. Unicamente durante el período de reproducción sus colonias se reúnen en dos apostaderos situados en los dos extremos de la península: Punta Pirámides, al Sur y Punta Norte.
Las crías también disfrutan del sol de la tarde. Todavía son pequeñas y no tienen la capa de grasa que necesitan para resistir en las frías aguas del Atlántico. Su vida por ahora es más terrestre que marina, aunque no por mucho tiempo.
Las playas de Punta Norte también acogen a un miembro de la familia de las focas: el elefante marino.
Los elefantes marinos son los mayores fócidos del planeta. Las hembras pueden alcanzar los 500 kg. de peso, pero aún son pequeñas en comparación con sus parejas. Este macho mide casi 5 m. de longitud y pesa unos 2.500 kg. casi diez veces más que un lobo marino.
Península Valdés constituye el único enclave continental del mundo donde los elefantes marinos han establecido una colonia de cría.
La torpeza que, tanto los lobos como los elefantes marinos, demuestran en tierra contrasta con su agilidad bajo el agua. Sus patas se han transformado en aletas y apenas conservan algunas características de su anterior función. Tan sólo las garras de sus extremos nos recuerdan que alguna vez sirvieron para correr por la tierra.
La capa de grasa que los rodea y su capacidad para restringir la circulación sanguínea en la periferia de su cuerpo les permite mantenerse en las frías aguas de la península durante horas. Aquí juegan, cazan e incluso pueden llegar a dormir.