Cuando Australia se separó de la masa continental ningún mamífero euterio poblaba sus territorios. Y la isla gigante partió hacia el norte dejando a sus marsupiales y monotremas libres de competencia.
Todo empezó con un gran viaje a través del océano Indico hace cincuenta millones de años.
Era solo el principio de la gran aventura marsupial; un periodo de grandes cambios.
En su viaje hacia el norte Australia se iba calentando y sus selvas fueron perdiendo terreno.
El clima de la isla cambiaba progresivamente. Las plantas tuvieron que adaptarse o morir.
Nuevas especies dieron lugar a nuevos bosques, más abiertos y sin el esplendor de las antiguas selvas, pero formados por expertos en supervivencia. Y las antiguas plantas del supercontinente austral le dieron el relevo a otras más modernas y mucho más efectivas: las plantas con flor.
Plantas con flores y espacios más abiertos trajeron consecuencias inmediatas en la zoología australiana. Los nuevos bosques eran más accesibles que las junglas y las flores eran llamativos y jugosos dispensarios de comida altamente energética, así que los comensales no tardaron en llegar.
El número de insectos se multiplicó rápidamente y las plantas encontraron en ellos importantes aliados para la polinización, por lo que también ellas se vieron beneficiadas y proliferaron a lo largo y ancho de este continente a la deriva.
Para las aves el cambio suponía una doble ventaja porque muchas se alimentaban de los insectos cada vez más numerosos y otras lo hacían de las energéticas flores. Y, como las aves, también los mamíferos se aprovecharon de este constante incremento de recursos.
Los wallabies-liebre aprovechan los bosques de matorral por partida doble. No sólo comen las flores, frutos y brotes de los arbustos sino que, además, encuentran en ellos refugio seguro por el que moverse.
Este wallabie-liebre de anteojos está marcando se territorio en pleno día. Desaparecidos los grandes saurios de Gondwana, las horas de luz quedaron libres de tan colosales competidores y algunos marsupiales se hicieron diurnos.
El quokka es un superviviente de los bosques cambiantes. Aunque prefiere la espesura, en los nuevos bosquetes de matorral encontró suficiente vegetación como para sobrevivir y acabó colonizándolos.
El numbat, sin embargo, se especializó en conseguir su fuente de alimento allí donde ningún otro marsupial lo hiciera. Hoy es el único que se alimenta de termes en Australia; una forma indiscutible de acabar con la competencia. Pero no todo fueron facilidades para estos pequeños y adaptables mamíferos de la isla austral.
En algún momento se tenía que completar la cadena trófica y con tantos pequeños animales disponibles no tardaron en aparecer los predadores.
La pitón olivácea es una auténtica todo-terreno. Pequeños marsupiales, lagartijas, pajarillos y huevos de reptiles o de aves son parte de su dieta; y ni el suelo ni los árboles son obstáculo para sus cacerías.
Cada cambio en el clima suponía un cambio en la vegetación y cada uno de éstos era seguido por un sinfín de adaptaciones por parte de los animales.