Turistas subidos en elefantes. Los Parques Nacionales de Chitwan y Kaziranga pueden ser visitados por todo aquel que esté dispuesto a sentarse en lo alto del elefante emulando al mismísimo Aníbal. Desde al menos el año 2000 antes de Cristo, los elefantes son adiestrados por el hombre para la construcción, el transporte y la guerra.
Ahora, 4.000 años más tarde, sigue sin existir un medio de transporte tan cómodo, seguro y barato para entrar en las selvas del unicornio. Aquí arriba los visitantes están a salvo de los tigres y tienen una excelente perspectiva del entorno. Además, gracias a este nuevo uso ecoturístico, la antigua tradición de los mahout, que son los cuidadores y conductores de estos paquidermos, se está conservando en un momento en el que sus usos tradicionales empezaban a decaer.
Estos hombres y sus animales establecen una estrecha relación vitalicia desde que los elefantes son muy jóvenes. De este modo los periplos a lomos de elefantes son una nueva fuente de ingresos para la población local, que no solo ayuda al rinoceronte o al tigre, sino también al elefante mismo junto a la milenaria tradición de su adiestramiento.
No hace ruido, no contamina y es reciclable cuando deja de funcionar, y lo que es mas importante, su presencia es habitual para los demás habitantes de la jungla, y por lo tanto no les asusta ni disturba.
Esta misma virtud fue utilizada históricamente para cazar a los rinocerontes, pero como está ocurriendo en tantas partes del mundo, hindúes y nepalíes se han dado cuenta de que un rinoceronte vivo proporciona muchos más ingresos que uno muerto. Un buen trofeo complace a un cazador, pero un ejemplar vivo satisface a cientos de fotógrafos aficionados.
Para el miope unicornio, eso no es más que un elefante con un extraño tocado, tal vez parásitos ... pero en todo caso inofensivos.
Gracias al elefante hemos podido penetrar en el mundo del unicornio, un mundo cuyas pesadillas no han cambiado mucho a pesar del paso de los tiempos.
En Bangkok un kilogramo de cuerno de rinoceronte indio supera los tres millones de pesetas, con tal oferta en una zona tan pobre, la tentación hacia el furtivismo es muy grande. El cuerno mágico que lo introdujo en la leyenda a punto estuvo de llevarle al exterminio, cuatro páginas mas allá que los dinosaurios, con el dodo y el mamut, en el libro de la extinción.
Pero ellos lo están salvando. Nuevas generaciones de viajeros que lo único que tratan de matar es la rutina. Visitantes, turistas, mirones dispuestos a pagar por echarle un vistazo a la leyenda.
Chitwan, cuyo número de visitantes no llegaba a 1.000 hace 26 años, hoy supera los 100.000 turistas anuales. El 50% de los ingresos que el parque proporciona se destina a actividades de desarrollo de las poblaciones humanas de los alrededores, y además se trata de motivar a las gentes para que participen activamente en la conservación formándose como guardas, guías, mahouts, personal de mantenimiento y hostelería.
Las tasas de entrada y acampada, el precio de los paseos en elefante, así como los alojamientos y permisos, producen ingresos en aumento que convencen cada vez más a la población de que tener un parque nacional junto a tu casa es una suerte.