En la tribu makiritare de Venezuela se pintan para cazar y atraer, previo contacto de un chamán con sus espíritus, a las presas con las cuales los hombres se emparejarán de mutuo acuerdo.
Pinturas de caza es la tercera parte del documental “Colores de la Naturaleza”, en el cual hablamos sobre el importante papel que juegan los colores presentes en los seres vivos a la hora de comunicarse con su entorno.
Pero el lenguaje cromático en los supervivientes del planeta, tiene además otras funciones, y ningún lugar tan adecuado para comprobarlo, como el paraíso de los camaleones, Madagascar.
A algunos, el que más les conviene es el “color paisaje”, precisamente para no ser vistos por los cazadores.
Al otro lado del mundo, en las selvas de Venezuela, estas mujeres de la tribu makiritare están recogiendo el fruto del árbol llamado onoto. De su interior extraerán las semillas con las cuales se elabora un tinte rojo que es muy importante para ellos.
Van a pintarse para cazar. Estas tribus han sorprendido siempre a los antropólogos por su vasta cultura basada en un universo simbólico. Todo lo ritualizan, y en especial su relación con los animales y las plantas. Antes de partir para matar un animal, deben ponerse en contacto a través de su chamán, con los espíritus de estos, para llegar a un pacto mutuo.
A través de las pinturas rituales, los cazadores suponen que atraerán a algunos animales y ahuyentarán a otros.
En su universo mítico la caza es un tipo de seducción, en la cual los hombres se emparejan con hembras animales de mutuo acuerdo.
En estos casos, como en otros, el chamán es un híbrido espiritual entre los animales y ellos, y establece los puentes necesarios para la unión.
La tradición cultural de los pueblos amerindios de la Cuenca del Amazonas se basa fundamentalmente en pinturas efectuadas en el propio cuerpo de los integrantes de la tribu. Los espíritus animales admiten la predación de sus gentes solo a cambio de que se establezca una relación de afinidad.