El estrecho de Gibraltar es uno de los más transitados por estos depredadores del mar. En este océano tiene lugar una de más extraordinarias odiseas migratorias del planeta. A comienzos de la primavera, hordas de atún rojo gigante entran desde el Océano Atlántico, por este estrecho cuello de botella para dejar su herencia genética a merced de las suaves y templadas corrientes del mediterráneo.
Algunos ejemplares, pueden llegar a sobrepasar los 500 kilos de peso, llevan todo el invierno devorando ingentes cantidades de arenques, anchoas, caballas y sardinas... pero ahora no tienen hambre. Les mueve algo más poderoso... su instinto de perpetuación, que les obliga a seguir adelante a sabiendas del peligro.
Aguardando a estos descomunales peces, se encuentra su enemigo mortal.
El único depredador con quien pueden competir en velocidad, poderío e inteligencia. La orca.
Distribuidas en varios grupos familiares, de organización matriarcal, acuden puntuales, a esta parte del mediterráneo suroccidental, para la gran cacería.