Tasmania | Criaturas del Bosque

En los bosques de Tasmania encontramos criaturas extrañas, fruto del aislamiento, como el cisne negro, la cacatua blanca, el chotacabras gigante, los canguros grises...

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Tasmania es una isla cubierta de espesos bosques de selva lluviosa en cuyos perfiles abruptos se esconden criaturas que, en la mayoría de los casos, ya no existen en ningún otro lugar del planeta.
Un paraíso zoológico con numerosos parques nacionales, tres de los cuales son considerados Patrimonio de la Humanidad.

Los primeros colonos que llegaron a estas tierras quedaron impresionados por el extraño aspecto de todos los animales, incluso los cisnes eran negros en vez de los blancos que estaban acostumbrados a cazar en Europa.
Los cisnes negros son abundantes en la Australia continental, en Tasmania y en Nueva Zelanda donde fueron introducidos.
Con casi nueve kilos de peso y su envergadura de alas cercana a los dos metros, éste macho deja claro  cual es su territorio.
Por todas partes, criaturas chocantes como este ganso del Cabo Barren les hacían saber que estaban en un lugar diferente.

Cada tipo de bosque , cada rama, tienen sus especialistas dotados por la evolución de armas para explotar los recursos de la isla.  El  aislamiento ha hecho progresar diseños exclusivos adaptados a todos los nichos ecológicos.  La cacatúa blanca come frutos, mientras la negra de cola amarilla devora larvas de insectos ocupando el lugar de los pájaros carpinteros que aquí no existen.  Ahora esta cebando a su pollo va crecido.
Salvo por los  vivos colores, algunos pájaros nos suenan mucho.
Sin embargo en el interior de las selvas húmedas de la isla se esconden otros de aspecto menos convencional.

El chotacabras gigante o boca de rana permanece durante el día imitando a una rama tronchada, discreto si lo comparamos con los encendidos loritos rosella.

Pero una vieja estirpe de mamíferos que llegó a Australia  a  través  de los bosques de Gondwana, es la auténtica protagonista de la evolución de ésta isla.
Libres de los depredadores de ahí fuera, los marsupiales como estos canguros grises diversificarse en Australia.  Sus parientes que se quedaron en América, fueron devorados casi todos por los potentes enemigos que les invadieron desde el norte.
Aquí, a salvo, los marsupiales han podido continuar con su peculiar sistema de reproducción: gestaciones breves, y bolsas protectoras donde se ocultan los pequeños.
Madres con balcón cuyos hijos no se quieren ir de casa.
Australia y Tasmania albergan ahora a tantos tipos de ellos, que se han adaptado a todos los ambientes y papeles de la pirámide ecológica; de modo que hay un marsupial en cada lugar que en el resto del mundo ocupa un placentario.
Es la prueba de que necesidades y condiciones similares, esculpen cuerpos parecidos morfológicamente: la convergencia evolutiva.
Según ella, los canguros serían el equivalente a los ciervos del Hemisferio Norte.

Esos milenios de evolución separada, le dieron a éste  otro el papel de nuestros tejones: es el uombat.
Regordete y de mirada dulce, el uombat tiene también su bolsa marsupial, aunque con la entrada desde atrás, para que no se le llene de tierra cuando excava.
Los primeros informes sobre ellos los trajeron unos náufragos que los estuvieron comiendo, y que los definieron como  “una especie de cerdos salvajes”.

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