La mayoría de las especies de reptiles que habitan en los manglares de Cuba se mimetizan con el estrato que ocupan para pasar desapercibidos ante sus posibles depredadores.
Cuba, como el resto de las Antillas, es un territorio dominado por los lagartos. Entre las raíces aéreas, los tallos y las copas del manglar millares de ellos se reparten el territorio marcándolo y defendiéndolo con señales propias de cada especie.
Cada estrato tiene su especie, cada individuo su territorio, cada árbol su dueño.
Los Anolis son el género más extendido y con mayor número de especies. Desde una rama de las copas un anolis verde observa inmóvil a una lagartija terrestre del género Leiocephalus.
La mayoría de las especies son miméticas con el estrato que ocupan. El camuflaje es imprescindible para su supervivencia. Los que viven en ramas y troncos son de tonos pardos, los que colonizan las hojas de las copas suelen ser verdes y los terrestres simulan el color de las hojas secas y las hierbas del suelo.
En el manglar sólo el movimiento de sus cortejos o la piel de alguna muda persistente los hace detectables. Y los lagartos tienen buenas razones para ello.
Aunque el agua es una barrera para muchos animales terrestres algunos cazadores cubanos son buenos nadadores.
De las 26 especies de serpientes que viven en Cuba ninguna es venenosa, pero algunas, como la boa cubana o esta Alsophis de cerca de dos metros son suficientemente fuertes como para atrapar y devorar lagartos, aves e incluso roedores.