En este documental viajamos a Indonesia, la Isla de Sula wesi allí conocemos a los Toraja y a los Bajau, dos grupos étnicos que poseen una cultura y unas tradiciones muy particulares. Allí, asistimos a un funeral toraja, un evento que ellos mismos han convertido en un asombroso ritual de varios días de duración. Nos sumergimos en el maravilloso mundo que se esconde tras la barrera de coral que atraviesa gran parte del archipiélago de Indonesia. Y por último nos embarcamos en las casas flotantes de los bajau (gitanos del mar) quienes viven vinculados al mar con tanta fuerza que no conciben la vida sin el.
Ya han pasado tres meses desde que Mayanna falleció y por fin todo está preparado para la celebración del funeral. Durante este tiempo el difunto ha permanecido conservado mediante la inyección de un mejunje elaborado con flores y hierbas especiales. Oficialmente el funeral no puede dar comienzo hasta que el ataúd no abandone la residencia familiar y sea colocado en un pequeño santuario situado en el “rante”, la explanada donde se desarrollará el evento.
Una vez que se ha introducido y fijado el féretro al catafalco, este comienza su viaje a través de la selva precedido por las mujeres más allegadas al muerto que sostienen una larga tela roja como símbolo del camino que hay que seguir para llegar a “puya”, el cielo.
Este corto viaje hacia el “rante” es aprovechado también para que los vecinos que no han sido invitados al sepelio puedan expresar sus condolencias a la familia del fallecido.
Mientras tanto Batto, el carpintero de Kete, se apresura para acabar a tiempo una escultura del difunto Mayanna.
Estas figuras reciben el nombre de tau tau y son un símbolo de la cultura toraja. Son de tamaño natural y aunque tradicionalmente solo mostraban el genero de la persona, ahora se intenta que guarden una cierta semejanza con el difunto.
Los tau tau son costeados por la propia comunidad como agradecimiento a la generosidad del fallecido y es un privilegio casi exclusivo de las clases superiores.
En los cortados de piedra que salpican la región de Tana Toraja, decenas de estas figuras humanas que miran fijamente desde los balcones de madera situados a mitad del acantilado, velan por los espíritus. Las figuras se visten y adornan con ropas y joyas que pertenecieron al muerto, e incluso en ocasiones, las pelucas se fabrican con su autentico cabello. Esta es una costumbre bastante reciente que comenzó a practicarse en el siglo XIX y el tipo de madera que se utiliza es indicativo de la posición del muerto.
Pero después de tantos años de funerales, apenas quedan rocas y escarpaduras donde enterrar los cadáveres y aunque se intenta que la familia permanezca unida incluso después de haber fallecido, la falta de espacio ha originado que los sarcófagos tengan que ser depositados en unas estructuras de bambú construidas en la intemperie. Con el paso del tiempo la madera se ha ido pudriendo, convirtiendo a estas rocas sagradas en lugares macabros y tenebrosos.
Los niños que han fallecido antes de que le salgan los dientes, son enterrados en los troncos de estos árboles porque para los toraja, siguen perteneciendo a la madre naturaleza y como tal, deben permanecer en ella. El alma viajará al cielo a través del tronco.
En las piedras sagradas de Rantepao, los canteros esculpen nuevas dependencias para poder enterrar a Mayanna junto a sus antepasados.
Aquí no existen las excavadoras ni los taladradores hidráulicos, todo se realiza de forma artesanal y a golpe de martillo, por lo que la construcción de un panteón familiar puede demorarse varios meses condicionando la fecha del funeral. Los toraja prefieren celebrar la ceremonia durante la estación seca, es decir entre junio y septiembre, que es cuando más tiempo libre tienen porque apenas hay que cuidar los campos de arroz.
Por este trabajo la familia de Mayanna deberá pagar cinco búfalos. En la isla de Sulawesi es costumbre utilizar los búfalos como moneda de cambio.