El Desierto | Nómadas del Sahara

El inmenso desierto del Sáhara Occidental, con sus casi 250.000 km cuadrados, es una de las regiones más ignotas y hostiles del planeta.

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Asentados sobre el gran escudo granítico africano, el relieve del desierto del Sahara, a menudo, esta salpicado por elevaciones muy escarpadas; restos de antiguos conos y chimeneas volcánicas, que dejaron al descubierto coladas de basalto, lo que confiere a estos pitones su característico color negro.

Los afloramientos graníticos del suelo primitivo, sufren el continuo bombardeo de las partículas de arena que transporta el siroco, llamado "irifi", y modela las rocas hasta adoptar formas fantásticas y caprichosas.
La orografía del terreno, marcado por la planicie, se ve bruscamente interrumpida por los agrupamientos de montañas. La erosión, por efecto de la termoclastia, provoca la factura en escamas de la capa superficial de la montaña, que origina aludes secos y derrubios.

El macizo granítico de "leyuad", conocido por los nómadas del desierto como los Montes del Diablo, ha dado origen a todo tipo de leyendas y supersticiones, creando en torno suyo un halo de misterio.

Las grandes cadenas de dunas, llamadas "ergs", son el elemento más característico de la orografía sahariana.
Formadas al partir del desgastamiento, grano a grano, de las rocas, adquieren su forma peculiar de media luna avanzando y cambiando de forma por acción del viento.

Interminables mesetas cubiertas de guijarros, llamadas "hammadas" , son azotadas dia y noche por el viento. Sometidas a la fuerte insolación ofrecen uno de los paisajes mas desoladoramente bellos del desierto.

En los cauces secos de los ríos "wadis", , es donde se concentran las principales colonias de biomasa. Esto es debido en parte a las nieblas matinales que se forman en  invierno y que proporcionan humedad a las plantas.
Las especies arbustivas que pueblan los "wadis" han sabido adaptarse a la xericidad reinante y a la fortísima evaporación, hundiendo sus raíces hasta la capa freática, en busca de las aguas subterráneas.

El recalentamiento de la capa de aire próxima a la tierra provoca una peculiar refracción, y en las grandes llanuras aparecen espectaculares espejismos. Ríos y lagos imposibles surgen en el desierto.

Hace mas de un año que no llueve en el Sáhara Occidental. En las llanuras del Tiris, antaño alabadas por sus pastos, la tierra se resquebraja y el ganado está muriendo. La prolongada sequía que azota esta parte del planeta, consecuencia de los anticiclones que impiden la formación de nubes, está desecando los escasos pozos, vitales para la supervivencia del hombre del desierto y sus rebaños.
Al fin llegan las tormentas que traen el preciado agua. Son esporádicas y caen de forma torrencial anegando los wadis. A los pocos días charcas y humedales otorgan a la tierra moribunda una fuente renovada de vida. El desierto se viste de verde.

En un poblado saharaui viven Habeyabi y Fatimatu. Ellos esperan una visita muy especial. Sus invitados, que vienen de lejos, son dos viejos amigos; Sidibrahim y Caloha. Esta entrevista ha sido preparada con mucha antelación. El motivo es acordar los detalles de la boda que van a contraer Suqueina, hija de los anfitriones y Shelej, hijo varón de sus amigos.
Las buenas perspectivas que se prevén con las recientes lluvias han determinado que se celebre ahora un enlace largamente aplazado.

Tras los largos saludos rituales, que pueden durar varios minutos, tomaran a la puerta de la "jaima" el té y la leche de cabra que se ofrece a todo huésped. Ambos hombres son "cheijs", jefes de clanes familiares con gran reputación. En el Sáhara Occidental se les llama "bidanes". Este concepto esta asociado, en la cultura tradicional, al varón de raza árabe, que tiene un rebaño de camellos propio y criados que se lo cuidan.

Por su posición elevada, la boda que están concertando, va a ser un gran acontecimiento social, celebrado a la antigua usanza.
Después de tomar los tres tes de bienvenida, los dos amigos se retiran a deliberar y a ultimar los pormenores del casamiento, sobre todo fijar la dote que se dará a la familia de la novia.
También es un buen momento para conversar sobre el tema preferido de cualquier nómada; el ganado.

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