Delta del Ebro. Parte 2

El rio Ebro nace al norte de la Peninsula Iberica y desemboca en el mar mediterráneo donde confluyen las aguas saladas del mar con las dulces del rio formando lo que se conoce como el Delta del Ebro.

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En la costa nororiental de España, el mar Mediterráneo recoge las aguas del río Ebro, el  más caudaloso de toda la península ibérica.

Año tras año, miles de toneladas de aluviones son transportadas por el río hasta su desembocadura. Con el paso de los siglos el mar ha ido perdiendo terreno y el primitivo estuario se ha visto convertido en un delta. Su posición privilegiada, a medio camino en las rutas migratorias de las aves europeas y su diversidad de ecosistemas, han hecho de él un verdadero paraíso natural para las aves; un entorno mágico a medio camino entre el mar y la tierra.

En el delta del Ebro habitan el 70% de las especies de aves representadas en España. La variedad de sus ecosistemas permite que en su interior se encuentren especies típicas de la costa, especies de ribera, lacustres y de tierra firme. En el cómputo total la más abundantes son las aves marinas, pero en los humedales del interior las reinas indiscutibles son las anátidas, es decir, los patos.

Sus aguas reciben continuas visitas a lo largo de todo el año. Muchas poblaciones llegan del Norte de Europa huyendo de los rigores del invierno. Otras tienen aquí sus cuarteles de cría, por lo que no es hasta la primavera cuando aparecen.

Esta riqueza de fauna no sería posible sin unas aguas repletas de vida. El encuentro entre el río y el mar ha dado origen a una enorme diversidad de entornos. Las aguas cercanas al cauce son dulces pero a medida que nos alejamos hacia la costa el nivel de salinidad aumenta. La fauna es fiel reflejo de esta variedad.

En el delta es posible encontrar especies típicas del río, especies de mar e incluso algunas que se han adaptado a ambos medios. Entre estas últimas especies el delta cuenta con dos escasísimas especies que, pese a su tamaño, están consideradas como joyas zoológicas por su singularidad y su reducidísima población: el fartet y el samaruc.  Dos especies cuyas poblaciones europeas se reducen a algunos puntos aislados del sudeste español.

La abundancia de vida de estas aguas no ha pasado desapercibida al hombre. Las lagunas  Encanyissada y Tancada son desde 1.966 Reserva Nacional de Caza. Los recursos piscícolas también son explotados desde antiguo y ya en el siglo XII existían en la zona cofradías de pescadores.

En las playas, los marisqueros capturan las coquinas, unos pequeños moluscos que viven en la arena y que son muy apreciados por la población local.

Las tierras interiores del delta son fértiles, gracias a los limos que el Ebro ha ido depositando con el paso de los siglos. En la costa, sin embargo, la vegetación debe soportar una gran salinidad, unos suelos pobres que además no retienen el agua y un viento casi permanente. Esta característica hace a estas tierras inadecuadas para el cultivo y eso, precisamente, ha sido su salvación. De todo el territorio del delta que permanece virgen, la inmensa mayoría es costa.

Las lagunas saladas del delta del Ebro son visitadas cada año por un ave legendaria. Los antiguos egipcios vieron en ella al ave fénix, aquella que se quemaba a si misma para renacer al día siguiente de sus cenizas. Su color rosado, como de fuego o flama en latín, dio origen a su leyenda y es la base de su nombre: el flamenco.

Los únicos lugares de Europa donde los flamencos crían con regularidad son la Camarga, en Francia y la laguna de Fuente de Piedra, en España. El del delta del Ebro es para ellos un simple lugar de paso, un rincón de reposo a medio camino en sus rutas migratorias.

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