El fuego destruye selvas enteras si embargo tiene también un papel revitalizador en determinadas circunstancias.
El fuego ha sido siempre considerado como el peor enemigo del bosque. ¿Cómo se explica entonces que los causantes anden a sus anchas en el interior de un parque nacional como éste de Santa Rosa?
Nuevos conocimientos han llevado a nuevos cambios. Un equipo de voluntarios del servicio de Parques Nacionales de Costa Rica, prende fuego al pasto de áreas deforestadas con una doble intención: instruir a nuevos voluntarios en la lucha contra el fuego y enriquecer el suelo para una lenta y paulatina regeneración hacia al selva original. Porque ahora sabemos que el fuego, que destruye selvas enteras, tiene también un papel revitalizador en determinadas circunstancias.
Al otro lado del Océano Pacífico, en Australia, grandes praderas dan cobijo y alimento a multitud de especies marsupiales. Estas praderas, que surgieron al calentarse la isla en su deriva en solitario hacia el norte, fueron periódicamente, y de una forma natural, pasto de las llamas. Con la llegada de los europeos se comenzaron a combatir los incendios en la creencia de que las llamas eran, en cualquier caso, devastadoras. Pero en los últimos años los científicos han empezado a cambiar de opinión descubriendo algo que ya sabían los antiguos aborígenes australianos.
En determinadas zonas los incendios controlados revitalizan el suelo y las poblaciones vegetales que lo colonizan regenerando el ciclo del carbono y rejuveneciendo toda la comunidad vegetal. Estos incendios provocados se realizan bajo control en parques nacionales de todo el mundo. Los conocimientos científicos están convirtiéndose en un arma fabulosa de la conservación. Pero para que el resultado de sus aplicaciones perdure es imprescindible otro de los pilares del nuevo concepto de conservación: la concienciación y comprensión de los habitantes locales.