Documental Completo | Shaba. La Tierra de Dios y el Diablo

En el norte de Kenia, se encuentra la reserva de Shaba, un lugar de endemismos biológicos; un refugio para la vida salvaje en las puertas de un desierto abrasador. Es el llamado Distrito de la Frontera Norte, el límite geográfico a partir del cual reinan las leyes de la vida salvaje.

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En una tierra donde la vida parece imposible Shaba guarda el tesoro de una biodiversidad exclusiva en una paradoja sin precedentes. Viento, sol y polvo; desde hace tres años no ha caído una gota sobre las tierra resquebrajadas del Distrito de la Frontera Norte. Los nativos llaman a esta región Nyica, la región salvaje y solitaria. Pero incluso en ésta época de sequía prolongada la vida permanece en Shaba.
Durante las primeras horas del día los animales aprovechan el frescor que haya quedado de la noche para realizar su actividad diaria hasta que el calor les hace imposible cualquier movimiento.  
También entre los babuinos la estructura familiar es la clave que les permite mantenerse en Shaba incluso en las peores épocas de sequía. Mientras muchas especies se van los babuinos permanecene incluso sacan adelante a su prole. 
Por fin llegan nubes esperanzadoras. Grandes cúmulos se forman sobre la sabana reseca y, con tres años de retraso, descargan por fin la lluvia. En cuestión de horas aparecen nuevos ríos que corren por mitad de la sabana. 
Como los animales, las plantas que sobreviven a los rigores de ésta región son verdaderas especialistas en resistir periodos prolongados de sequía y en cuanto reciben agua reverdecen de inmediato aprovechando al máximo el tiempo de abundancia.
Los pájaros secretarios son cazadores especializados en las sabanas abiertas. Sus largas patas zancudas pueden confundir a primera vista.


En Shaba todas las especies animales están adaptadas al clima semidesértico. Nadie podría soportar los rigores del periodo de sequía con las escasas precipitaciones estacionales si no fueran verdaderos especialistas en supervivencia en climas áridos. 
Es la época del apareamiento, cuando el clima ha cambiado y hay comida por todas partes, los animales se preparan para traer al mundo su descendencia. Y durante las semanas posteriores a las primeras lluvias entre las especies se suceden el celo y los apareamientos.
En las manadas la jerarquía marca los apareamientos. Cada uno conoce el alcance de sus aspiraciones en función del rango que ocupan en el grupo de forma que en una misma manada se pueden aparear diferentes parejas sin que se cree ningún conflicto entre ellas. 
La sabana no tardará en poner a prueba a los jabatos, estos deberán ejercitarse para adquirir la rapidez y la fuerza que les permitan huir de los cazadores. A la sombra de una acacia un guepardo vigila a unos órix cercanos. Los órix son presas demasiado fuertes para él pero en época de cría siempre puede encontrarse algún ternero de pocos días y es a uno de ellos al que el guepardo está vigilando. 


 Durante las lluvias cortas, entre diciembre y febrero, las tormentas son frecuentes al atardecer. El clima se suaviza y el calor del día deja paso a un aire fresco y húmedo; una temperatura que esperan los grandes cazadores para entrar en actividad.
La orilla del Ewaso Ngiro es el lugar de reunión de la mayoría de las especies de Shaba. A lo largo del día muchos de los animales de la sabana llegan al río a beber.
Los elefantes beben entre 80 y 160 litros de agua al día y los machos adultos pueden duplicar esta cantidad 


 Llega la hora de los cazadores. Otro leopardo surge de las sombras y la pareja continúa su ronda silenciosa. Entonces el macho detecta un movimiento furtivo en un árbol junto al Ewaso Ngiro y empieza la cacería. Ahora es sólo cuestión de tiempo y bajo la atenta vigilancia de su compañera, el cazador se prepara para el ataque. Un último movimiento delata a un varano provocando la reacción del leopardo. 
Y de nuevo dos sombras se funden con la noche uniendo belleza y muerte bajo el cielo estrellado de Shaba. 
Con la vuelta de la estación seca Shaba regresa a su principio. Poco a poco vuelve la sequía. Y de nuevo Dios y el diablo se alternarán hasta hacerse uno solo sin un principio o fin definidos en el ciclo perpetuo de la vida.

 

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