Georgia siente una gran pasión por el vino y la demostración más palpable son los extensos viñedos de la Región Este de Kakheti, la zona con mayor producción.
Georgia está situada en el Cáucaso, junto al mar negro. Es un país con vocación europea y espíritu occidental con una gran variedad paisajística y cultural. Parques nacionales, reservas naturales, costas, monumentos históricos, bailes típicos georgianos y una gran pasión por el vino es lo que hace de Georgia un país rico con una vitalidad infinita.
Georgia, baluarte del cristianismo en Oriente y fiel protectora de su patrimonio artístico, ha sabido mantener en pie tradiciones únicas, conservar una biodiversidad superior a la de algunos continentes y transmitir el magnetismo de sus paisajes. Aunque es tan pequeña como Suiza, Georgia es grande en todos sus aspectos; una nación progresista, abierta, con vocación europea y espíritu occidental; un auténtico país del Cáucaso donde se respira la alegría mediterránea.
Georgia siente una gran pasión por el vino y la demostración más palpable son los extensos viñedos de la Región Este de Kakheti, la zona con mayor producción y centro de la vitivinicultura nacional. En Georgia existe una rica aglutinación de variedades de uva, más que en ningún otro lugar del mundo, la mayoría utilizadas para elaborar caldos de alta calidad tan prestigiosos como el Tsinandali, Mukuzani, Theliani o Napareuli, todos ellos premiados con medallas de oro, plata y bronce en concursos internacionales.
El reconocimiento mundial de los vinos georgianos es una consecuencia lógica del esmero y exhaustivo control selectivo que los recolectores efectúan durante el proceso de la vendimia, una práctica que, según investigaciones arqueológicas, sitúa a Georgia como la cuna del vino ya que su cultivo se realiza desde hace 7.000 años. Parece cierto que la palabra genérica para designar esta antiquísima bebida alcohólica proviene del vocablo georgiano “gvino” y en algunas “marani” o bodegas artesanales, como ésta de la localidad de Gurjaani, aún se pisa la uva en tanques de madera para evitar que la semilla se rompa y le dé sabor amargo al vino.
En Kakheti casi todo gira en torno al vino y prueba de ello es la bodega del siglo XVI de Velistsikhe donde aún se utilizan los tradicionales “kvevri”, toneles de barro enterrados en el suelo para conservar una temperatura constante y lograr así una fermentación óptima.
Estas uvas fósiles del Neolítico y el hallazgo de recipientes del siglo III a.C. prueban que desde la Prehistoria el vino ha tenido un papel socioeconómico importante y también acreditan la contribución de Georgia al desarrollo cultural de la Humanidad.