Kakadu, uno de los parques nacionales más grandes del Planeta guarda la esencia de Australia en las llanuras cruzadas por las rocas más antiguas de la isla y tal vez del planeta. Aquí sobreviven los últimos aborígenes que aún conservan casi intacta su ancestral cultura basada en lo que ellos llaman “el tiempo de los sueños”
Desde que Australia se separó del resto de las tierras emergidas, las cosas han cambiado mucho para sus habitantes salvajes. Su representante simbólico es, sin duda el canguro, y en él tenemos una prueba viviente de tal afirmación.
Su modo tradicional de vida tan aparentemente simple, esconde una tremenda fuerza filosófica que ha llegado hasta nuestros días con un grado de pureza considerable, y que modeló absolutamente el paisaje de Australia con la ayuda de un formidable aliado: el fuego.
El dingo es el mayor depredador terrestre de Australia.
Hoy se le considera un mamífero nativo, aunque parece ser que alcanzó la isla hace unos 4.000 años.
Es un pariente de los perros semidomésticos del sudeste asiático, que probablemente fue introducido por los humanos, sin que se sepa hasta ahora por quienes; los aborígenes estaban aquí ya muchos miles de años antes.
El misterioso dingo, como sus parientes los lobos o los zorros del Hemisferio Norte, despierta en estas tierras pasiones y odios con idéntica virulencia.
or una parte es un animal salvaje característico del país, que cumple con su papel depredador. Pero por otra, ataca a las ovejas y se le culpa de haber eliminado a especies valiosas como el lobo marsupial o el diablo de Tasmania. Tanto es el odio por parte de los ganaderos, que se ha construido la valla mas larga del mundo para mantenerlos separados de las ovejas. Una alambrada de 3300 millas de largo.
En la otra cara del Parque Nacional de Kakadu se extienden los dominios del mayor asesino de Australia. Se trata del cocodrilo marino o poroso, el mayor reptil del planeta, un titán de siete metros de longitud que tiene que comer mucho para mantener su cuerpo
Los cocodrilos marinos viven también en agua dulce, penetrando en los ríos hasta 300 kilómetros tierra adentro.
Su apetito es absoluto, se tragan incluso grandes piedras que permanecen en sus estómagos para que sus cuerpos floten menos.
Son los responsables de innumerables ataques a seres humanos en su área de distribución, auténticos “devoradores de hombres”. Sin embargo, el morbo y el espectáculo de ver al gran saurio, trae miles de dólares a Kakadu.
Los cocodrilos salvajes no mastican, simplemente tragan las presas enteras dejándole el trabajo duro a sus ácidos gástricos, que pueden tardar meses en metabolizar un cuerpo voluminoso.
Alguien llamó a esta zona el “Never Never” o “Nunca Jamás”, porque quien la visita nunca más querrá irse. Tal vez sea verdad, o tal vez no, pero lo cierto es que Kakadu rezuma la esencia de esa Australia ancestral que muchos echan de menos, el espíritu creador de la diosa aborigen Warramurrungundji.